Resulta curiosa tu locura, es excitante. Sonrío al pensar tu tendencia a solventar tus necesidades más básicas por encima de todos los formalismos sociales, los dos lo sabemos mejor que nadie, se nos daba bastante bien.
Carcajeo cuando soy consciente de en que mundo te has metido, pero pareces feliz. Igual la equivocada soy yo y debería dejar de vagar de esta manera, al fin y al cabo todo es inestable en mi estabilidad y nada permanece a través del tiempo sin florecer ferozmente hasta marchitarse de forma precipitada.
Pero a pesar de todo, de tu inestabilidad y de la mía, de mi locura y la tuya, cada una siempre a su manera, siempre te tendré en mi mente ligado a tu libertad o a tu esclavitud a los placeres. Sí, se podría decir que me niego a asumir tu pérdida. Siempre nos hemos querido como hermanos incestuosos, como personas de la misma sangre que a veces son amantes y otras tantas se odian hasta el martirio, por ello no puedo hacer más que ansiar tu felicidad con sus flores delicadas, en su pequeña parcela. Cuídate allá fuera y ten cuidado con los caminos irreversibles.