Todo es relativo. Nada permanece. Y se eleva sin evaporarse.
Observo como se aleja, como se convierte en una pequeña mota de polvo, frágil, temporal.
Todo es relativo. Nada permanece. Y desaparece. Desaparece.
Intento refugiarme y se me desgarra el alma con la verja oxidada que protege el terreno de lo estable.
Sangro agua y no es cristalina. Grito desde el fondo de mi estómago y humillo a mi garganta.
Soy un pájaro. Todo es relativo. Nada permanece.
Naceré en el cielo y me acunará el sol.
Soy un pájaro. Y los pájaros pueden volar.
Si él te pregunta por mí, dile que no volverá a verme volar jamás. Consuélale.
Murmurale que me recordará por la pluma que dejé sobre su maleta.
Siempre hecha, preparada.
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