Mi dedo la persigue con un aire paralelo. Tarde. Taladra la almohada.
Agónico estallido que moldea mi tímpano con un nuevo sostenido. Agudo, grave, chirriante.
Pierdo el conocimiento, o no.
Quizás nunca lo llegué a mantener en ningún cajón carcomido por tus tijeras infantiles.
No me lo tengas en cuenta.
Asumiré en mi cuaderno escrito en negativo que mi caos interno me enturbia las pupilas,
se disfraza de mar infinito y me seca la lengua,
de incienso lascivo y anula mi olfato,
mi habla... mi pulmón...
Lascivo tacto.
Viviré un mundo braille, con tus lunares invisibles, dormiré con la carencia.
Seamos carencia. Soy. Hoy.
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